Agosto es como el villano de las películas malas... Siempre vuelve, y cada vez más malo. (Malo de calidad, porque las segundas partes nunca son buenas)
Si se fijan en los historiales, el año pasado estaba en la misma posición que ahora... pegado al computador conta
ndo lo feliz que estaba porque Agosto se moría y yo seguía aquí. ¡Oh,
coincidencias! No tengo nada más
que hacer que perder el tiempo frente al monitor cuando podría estar en alguna tocata, en car
retes de amigos o viendo una película en el biógrafo... nop, yo sigo pegado al computador.
Un año ha pasado, y aún no encuentro algo más en qué matar mi tiempo.
(suspiro de decepción)
En fin... este 31 no hubo lluvia (ni caminata bajo la idem), ni asignaturas convalidadas (este año me sobran), ni conversaciones para arreglar nada de nada (solamente converso con mi gato imaginario, pero pasa todo el día durmiendo y no me pesca), ni tampoco hice aseo (y ya hace falta)... Solamente hubo desvelo, una presentación que no fue, un grato reencuentro con el café en grandes cantidades, un par de reconfortantes abrazos, fiebre, dolor de garganta y Prelude (Cooper tenía restricción).
Para ser franco sincero, estoy cansado... pero de adentro. ¿Que cómo lo sé? Bueh, digamos que es un status común en mí durante el último tiempo.
Pero, ¿qué importa cómo me sienta si se acaba agosto?
Destaparé una botella de vino Coca-Cola Zero que tenía guardada hace tiempo compré ayer en el supermercado y, a los sones de viejas canciones tristes escupidas por mi querida paliducha manzanística, despediré al mes finado con mi más sonoro silencio... no vaya a ser cosa que si lo insulto, me juegue la misma del año pasado...
� back home